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Granada, Spain
Nací en Cazorla (Jaén), el rincón más entrañable del mundo para mí, allí pasé mi infancia y primera adolescencia. Después en Madrid 16 años, ciudad generosa que acoge a todo el mundo, pero demasiado grande para mi alma rural. Por último en Granada ya más de 20 años, fue el paraíso encontrado después de salir del centro de Madrid. Licenciada en Historia Antigua, la enseñanza ha sido mi principal ocupación.

jueves, 4 de noviembre de 2010

POR ESTAR VIVO

La hoja de papel entre sus manos es la nada, el infinito o el mundo por crear. Caben todas las posibilidades. Todo depende de su voluntad. Igual que en la vida, su voluntad lo lleva y lo trae, es libre: para andar, desde luego mientras tenga fuerzas para hacerlo; para reír o llorar, siempre como respuesta a placeres o desdichas; para amar, ¡tantas veces se ama a pesar de uno mismo!. ¿Qué realiza pues en plena libertad?.

La mente se retuerce ante el papel intentando plasmar algo, aunque sólo sea parte, de todo lo que la conmueve. Tampoco es libre para decidir ser escritor, no puede hacerse compartir por los demás. Todo pierde su valor si no puede ser compartido.

Mientras, atardece con lentitud...

viernes, 3 de septiembre de 2010

Titiriteros

Entre las calles de la pequeña aldea de Tíscar se colaba el viento, cargado de frío, después de deslizarse desde los riscos calizos que la circundaban por el norte. Era escaso el trasiego a primeras horas de la mañana. Los hombres habían salido ya hacia el campo y solo algunas mujeres, con el cántaro de barro apoyado en la cadera, se dirigían a la única fuente del entorno, para recoger una carga de agua.


Las mujeres, figuras negras veladas por la suave niebla matutina. Tupidas medias negras, negro pañuelo en la cabeza y un amplio chal del mismo tono hasta cubrirles la boca. Delantal gris, toque único de color en su bruna indumentaria. Vicenta era joven para vestir tan negro. Se había casado joven y era joven también cuando, uno tras otro, trajo al mundo cinco hijos. Con los niños pequeños, necesitando aún muchos cuidados, le llegó la noticia. Blanco como la cal tenía el rostro el hombre que la trajo. En suerte le había tocado esta misión que él no quería. Al verlo, la mujer preguntó recelando:

-¿Qué le ha pasado a mi marido?.

-Ha sido un tren –contestó el hombre -No se pudo evitar. Se escurrió al cruzar la vía. José iba muy deprisa y no vio el tren que se le acercaba.

En la aldea todos eran una gran familia y Vicenta no se sintió sola en aquel trance. Aunque humildes, sabían compartir lo que había, si alguien necesitaba ayuda.



martes, 6 de julio de 2010

UNA VIDA AJENA

En la instantánea un espléndido aposento y ella mostrando una belleza perfecta, impecable, con esa hieratidad y falta de frescura que da el miedo a descomponerse. La media sonrisa instalada en sus labios es lo más lejano a la calidez de un gesto. Su costoso atuendo y aderezo trasluce horas de planificación, elección imposible, asesoramiento múltiple, inquietud por descuidar algún detalle... En el saloncillo oscuro y recargado, la falda escasa y un color de pelo desvergonzadamente artificial, encorvada la espalda sobre la revista y las pupilas dilatadas de admiración y envidia, dejando escapar el breve tiempo que la vida le da sin valorarlo, otra mujer, de la cual ignora por completo su existencia, la venera.

miércoles, 26 de mayo de 2010

SEGURIDAD


La monotonía del tren, a fuerza de tiempo, se va adueñando del ánimo y, al otro lado de las ventanillas, todo transcurre desapercibido. Los postes desfilan rítmicos, uno tras otro. Los surcos, las hileras de cepas. Las pequeñas casitas de aperos. Las casas con su parra delantera, los frutales, los montones de piedra desterrada. En el vagón casi todos dormitan. Algunos leen. El chasquido de la puerta que suena a la espalda da paso a un joven fornido que recorre el vagón por el paso central, apoyándose apenas en los respaldos de los asientos. Su chaleco tiene en la espalda un letrero: SEGURIDAD. Instintivamente conforta verlo. Todo está en orden. Él controla. De alguna manera se le presupone fortaleza. Fortaleza y talento. No hay cuidado. Nos sentimos seguros al verlo pasar junto a nosotros. Con ganas le ofreceríamos asiento a nuestro lado. No es que haya un peligro inminente, ni mucho menos, pero nunca se sabe. Es como si el ser humano encerrara un miedo intrínseco e inconsciente demandante de seguridad de forma constante Al final todos somos...

jueves, 22 de abril de 2010

LOS ÁRBOLES

Fragmento de "El Caminante" de Hermann Hesse

Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos, quien sabe escucharles, aprende la verdad. No predican doctrinas y recetas, predican, indiferentes al detalle, la ley primitiva de la vida.



Un árbol dice: en mi se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna. Es única la tentativa y la creación que ha osado en mí la Madre eterna, única es mi forma y únicas las vetas de mi piel, único el juego más insignificante de las hojas de mi copa y la más pequeña cicatriz de mi corteza. Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis marcas singulares.


Un árbol dice: mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres, no sé nada de los miles de retoños que todos los años provienen de mí. Vivo, hasta el fin , el secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación. Confío en que Dios está en mí. Confío en que mi tarea es sagrada. Y vivo en esa confianza.

Cuando estamos tristes y apenas podemos soportar la vida, un árbol puede hablarnos así: ¡Estate quieto! ¡Estate quieto! ¡Contémplame! La vida no es fácil, la vida no es difícil. Estos son pensamientos infantiles. Deja que Dios hable dentro de ti y enseguida enmudecerán. Estás triste porque tu camino te aparta de la madre y de la patria. Pero cada paso y casa día te acerca más a la madre. La patria no está aquí ni allí. La patria está en tu interior, o en ninguna parte.




Esto susurra el árbol al atardecer, cuando tenemos miedo de nuestros propios pensamientos infantiles. Los árboles tienen pensamientos dilatados, prolijos y serenos, así como una vida más larga que la nuestra. Son más sabios que nosotros, mientras no les escuchamos. Pero cuando aprendemos a escuchar a los árboles, la brevedad, rapidez y apresuramiento infantil de nuestros pensamientos adquieren una alegría sin precedentes. Quien ha aprendido a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es. Esto es la patria. Esto es la felicidad”.


miércoles, 31 de marzo de 2010

Por qué no soy feminista

Definirse seguidora de una corriente o un pensamiento significa aceptar todos los postulados del mismo. Renunciar a objeciones personales. En el caso del feminismo, reconozco la buena voluntad de sus defensores, pero no puedo compartir sus métodos.


Creo en la necesaria igualdad de los seres humanos, independientemente de su raza, condición y, naturalmente, sexo. Y porque sé que mis capacidades se pueden comparar a las de cualquier otra persona, hombre o mujer, cada cual con sus diferencias, me siento humillada cuando se nos dedican a las mujeres políticas de discriminación positiva, como si fuéramos seres con alguna minusvalía que nos impidiera desarrollar nuestra función. No necesitamos estas políticas, sino leyes que nos abran las puertas de par en par, para que nada nos dificulte el camino por ser mujeres. Solamente eso. La paridad en los gobiernos me parece tan artificial y poco eficaz como injusta. Cuántos valores se perderán, de uno y otro sexo, por estar fuera del cupo establecido. Si la sociedad dispone de las personas más capaces para desempeñar un cargo o un trabajo, independientemente de su sexo, estoy segura de que las mujeres, junto con los hombres, podemos llegar a lo más alto, sin diferencias, sin enfrentamientos (que en eso se convierte a veces el feminismo en boca de determinadas personas, enfrentamiento entre sexos, odiosas comparaciones y reproches que no llevan a nada). No necesitamos un Ministerio de la Igualdad, sino que haya igualdad en todos los ministerios. En todos los ministerios y en cada lugar y situación del mundo en que vivimos.

No entro a una librería cuando leo “Literatura femenina”, ni me atrae evento alguno sólo para mujeres o de mujeres. ¿Por qué me voy a privar de lo que puede ofrecerme el otro sexo?. Lo quiero todo. La humanidad es muy rica con hombres y mujeres juntos. De manera natural. Sin trabas para nadie, pero sin políticas humillantes que nos priven del mérito de lo que hemos conseguido. Recuerdo aquel gitano que decía: “Señor, no te pido que me des, pero ponme donde haya”. Nosotras igual, no queremos que nos den, preferimos ganárnoslo porque sabemos hacerlo, sólo necesitamos que se eliminen los impedimentos (por suerte cada vez menos) que nos impiden llegar a donde hay. Por eso no soy feminista.

viernes, 12 de febrero de 2010

PUEDE QUE FUERA UN SUEÑO


El secreto consiste en no querer nadar a contracorriente cuando la corriente nos supera.




Hay momentos, en la vida, en que la confusión nos cerca y estamos totalmente perdidos. Determinadas circunstancias nos envuelven, trastocando todo el orden que teníamos establecido. Revuelven nuestra tradicional escala de valores y borran de nuestra mente el cotidiano trasiego de actos que, normalmente, nos llenan los días. Esta situación se acentúa, hasta términos insoportables, cuando, además, nuestra memoria se niega a proporcionarnos la información vital que nos hace seguir el camino, día a día. Si no tenemos memoria, no existimos. En esa inexistencia me moví en aquellos días confusos que me llevaron, guiada solamente por la intuición, a moverme de aquí para allá, sin oponer resistencia a las circunstancias, sin hacer ni hacerme más preguntas que las indispensables y esperando únicamente de cada día lo que el día me quisiera dar. Así, de la misma manera que el arriero que pierde su camino se deja llevar por las bestias que acarrea, esperanzado en que la lucidez de los animales le conduzca a casa, yo me dejé llevar por el devenir, confiada en que llegaría al lugar que el destino me tuviera reservado.

Con la llegada de los primeros días cálidos todo había empezado a cambiar. Aquella había sido una primavera inusualmente lluviosa y fría, que no permitía...

martes, 19 de enero de 2010



Yo impasible en medio de todas las cosas que me rodean, entre todos los seres del universo, embelesada e insensible, observando, tratando de impregnarme y comprender algo de la razón de la existencia, del sentido de cada acontecimiento.

Me muevo y esos movimientos míos los aprovecha la Vida para llevarme justo a donde quiere que esté.