Datos personales

Mi foto
Granada, Spain
Nací en Cazorla (Jaén), el rincón más entrañable del mundo para mí, allí pasé mi infancia y primera adolescencia. Después en Madrid 16 años, ciudad generosa que acoge a todo el mundo, pero demasiado grande para mi alma rural. Por último en Granada ya más de 20 años, fue el paraíso encontrado después de salir del centro de Madrid. Licenciada en Historia Antigua, la enseñanza ha sido mi principal ocupación.

jueves, 20 de septiembre de 2012




                                      



MI PADRE

Era normal, en la época de mi infancia, que los amigos de nuestros padres nos sometieran, con cansina insistencia, a continuas pruebas para comprobar nuestro grado de preparación, nuestra eficacia en la escuela y la sagacidad de nuestros pocos años. Era como una especie de ceremonia repetida, el recurrente tema de diálogo al que se agarraban para comunicarse con nosotros y, a veces, exhibir su propia pretendida sagacidad. Yo prefería, por eso, que me ignoraran por completo, sentirme incluso menospreciada e indigna de su atención, antes que entrar en estas situaciones que solían trastornarme por completo, me alteraban los nervios y me precipitaban a un abismo de inseguridad y temor. Siempre con el convencimiento de no ser capaz de dar la talla.
En una ocasión, había ido yo al economato en donde trabajaba mi padre. No estaba lejos de casa y me gustaba visitarlo y colarme con él detrás del mostrador, lugar vetado al resto de la gente. Cuando llegué, mi padre dialogaba con varios compañeros y, al aparecer yo, cortaron el diálogo.

viernes, 6 de abril de 2012

“Ya sé que las rocas no sienten, pero creo que sienten”.

Cuando era una niña, respondía así a los adultos que se esforzaban en darme toda clase de explicaciones sobre cuerpos animados e inanimados para sacarme de mi error. Ahora, con un montón de años, cuando me pierdo por olvidados caminos y las contemplo, vuelvo a pensar: Las rocas no sienten, pero sienten. ¿Será que no he madurado?.

jueves, 9 de febrero de 2012

La actividad a veces no es bastante. No es bastante rendirte, no es bastante inventar, no es bastante agobiarte, no es bastante aturdirte, no es bastante rezar, no es bastante el cielo, no es bastante la vida alrededor, no es bastante el mundo, el hogar, el viento, el sol... A veces nada es bastante.


Triste sabiduría la que cree saberlo todo. Y tras ese monumental cimiento, derrocha intolerancia, crítica, desamor, soberbia, violencia.



Es posible que la muerte me encuentre en soledad, en cualquier lugar, posiblemente me encuentre afanada buscando la vida.



Lamento no poderos dejar en herencia el tiempo que no he vivido.



La vida me ha enseñado a creerlo todo un poco y no estar segura casi de nada.


Infinitamente perdida, infinitamente ciega, infinitamente sorda, infinitamente muda en el centro del infinito.


A veces, cuando menos lo esperas, se producen momentos mágicos, pero no trates de buscarlos nunca.


Demasiado tiempo me han importado demasiado demasiadas cosas.