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Granada, Spain
Nací en Cazorla (Jaén), el rincón más entrañable del mundo para mí, allí pasé mi infancia y primera adolescencia. Después en Madrid 16 años, ciudad generosa que acoge a todo el mundo, pero demasiado grande para mi alma rural. Por último en Granada ya más de 20 años, fue el paraíso encontrado después de salir del centro de Madrid. Licenciada en Historia Antigua, la enseñanza ha sido mi principal ocupación.

viernes, 23 de febrero de 2018

SOBRE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN




Lo que voy a decir viene al caso por lo ocurrido recientemente con un cristo de Jaén, al que un ocurrente muchacho ha tenido a bien cambiarle la cara por la suya propia.
Todas las cosas en este mundo tienen la importancia que se les quiera dar y en esta ocasión no es distinto. ¿Quizá el juez le ha dado mucha importancia condenando al chico en cuestión a pagar una multa?. Y la reacción a esta multa ¿no ha sido también desproporcionada?.
Es difícil actualmente definir los límites entre libertad de expresión y respeto al diferente. Los que vivimos gran parte de nuestra vida bajo la dictadura franquista teníamos muy claro lo que era libertad de expresión, lo teníamos tan claro porque carecíamos de ella y la necesitábamos como el respirar. Desde luego la libertad de expresión que reclamábamos no era para poder burlarnos libremente ni hacer parodias de quien no pensaba como nosotros. El derecho a la libertad de expresión que exigíamos era algo muy distinto que ahora recuerdo con añoranza, al ver que se nos ha ido la mano y ya no sabemos cuándo ni dónde parar. Creemos tener derecho a todo. Pienso que hemos olvidado aquello de “mi libertad termina donde empieza la del otro”.
Somos pobres criaturas perdidas en un universo inmenso e indescifrable para nuestras limitadas mentes y, en esta angustiosa soledad, cada cual se agarra a lo que puede para dar sentido a su vida. De ahí nacen todas las creencia y filosofías. Cuando uno hace suya una fe, eso es lo más íntimo y sagrado de su vida. Es lo que necesita para sobrevivir en el desamparo existencial en que nos encontramos. Por eso pienso que debería haber un respeto tácito, no por ley, a todos los símbolos sagrados de todas las creencias, por muy ridículas que nos parezcan. Porque estamos obligados a convivir en este planeta perdido y cuanto más pacífica y respetuosa sea nuestra convivencia, todo irá mucho mejor.