No sé qué hora será. Estoy ante la peña que, teniendo el sol de espaldas, se muestra penumbrosa y sombría en el frescor matinal. Casi todos duermen aún. Algún gallo, de vez en cuando, rompe el silencio. Estoy inmersa en este aroma indescriptible de la soledad y, por un momento, tomo conciencia de nuestro paso a través del tiempo. El tiempo, algo tan subjetivo, lo que inventamos para situar la sucesión de hechos. Estoy ante la peña esta mañana, la misma que vio la infancia de mi padre despertarse a la vida, la que verá otras infancias cuando yo me haya ido y, quizá, guarde de mí algún recuerdo oculto entre las rocas.
Datos personales
- Mari Carmen
- Granada, Spain
- Nací en Cazorla (Jaén), el rincón más entrañable del mundo para mí, allí pasé mi infancia y primera adolescencia. Después en Madrid 16 años, ciudad generosa que acoge a todo el mundo, pero demasiado grande para mi alma rural. Por último en Granada ya más de 20 años, fue el paraíso encontrado después de salir del centro de Madrid. Licenciada en Historia Antigua, la enseñanza ha sido mi principal ocupación.
jueves, 16 de junio de 2011
sábado, 7 de mayo de 2011
DESPEDIDA
El mes de marzo castigaba aún con mañanas impropiamente frías. Los árboles pelados apenas hacían sombra sobre las aceras húmedas y verdosas por la umbría y el vientecillo inhóspito buscaba cualquier oquedad para colarse. Por eso Isabel mantenía apretada, con la mano que le quedaba libre, la solapa levantada del chaquetón en torno a su cuello. Con la otra mano abrazaba la urna de las cenizas. Se la acababan de dar en una puerta lateral del crematorio. Aún conservaban el recuerdo cálido de las llamas que, en cierto modo, le proporcionaban abrigo y le traían a la mente la calidez del cuerpo vivo de su esposo. Estaba sola. La habían acompañado algunos amigos y vecinos durante el velatorio y también en la ceremonia previa a la cremación. Después todos se despidieron, ella prefirió quedarse hasta recoger la urna. No tenía sentido volver otro día. No quería alargar innecesariamente la ceremonia del desconsuelo. Con paso lento, se dispuso a desandar el camino hasta la puerta principal por la que entró acompañando al cuerpo del esposo, una enorme cancela de forja que precintaba el recinto del cementerio. Sorprendentemente, se encontró de pronto...
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