El secreto consiste en no querer nadar a contracorriente cuando la corriente nos supera.
Hay momentos, en la vida, en que la confusión nos cerca y estamos totalmente perdidos. Determinadas circunstancias nos envuelven, trastocando todo el orden que teníamos establecido. Revuelven nuestra tradicional escala de valores y borran de nuestra mente el cotidiano trasiego de actos que, normalmente, nos llenan los días. Esta situación se acentúa, hasta términos insoportables, cuando, además, nuestra memoria se niega a proporcionarnos la información vital que nos hace seguir el camino, día a día. Si no tenemos memoria, no existimos. En esa inexistencia me moví en aquellos días confusos que me llevaron, guiada solamente por la intuición, a moverme de aquí para allá, sin oponer resistencia a las circunstancias, sin hacer ni hacerme más preguntas que las indispensables y esperando únicamente de cada día lo que el día me quisiera dar. Así, de la misma manera que el arriero que pierde su camino se deja llevar por las bestias que acarrea, esperanzado en que la lucidez de los animales le conduzca a casa, yo me dejé llevar por el devenir, confiada en que llegaría al lugar que el destino me tuviera reservado.
Con la llegada de los primeros días cálidos todo había empezado a cambiar. Aquella había sido una primavera inusualmente lluviosa y fría, que no permitía...
Con la llegada de los primeros días cálidos todo había empezado a cambiar. Aquella había sido una primavera inusualmente lluviosa y fría, que no permitía...
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